Por los 10 años del estreno de Ratas ratones rateros, el director Sebastián Cordero me encargó hacer un libro sobre la película. En un principio no tenía una idea clara del diseño, ya que aún no estaba decidido qué se haría. Yo tenía agendado un viaje a Cuenca por unas dos semanas para dictar un taller a los alumnos de la Universidad Estatal de Cuenca, así que le pedí a mi amigo y compañero Yor Moscoso para que me ayude con el proceso de diagramación y maqetación digital.
La necesidad era incluir elementos técnicos como guiones (el del director, el de la productora general Lisandra Rivera y el del actor Carlos Valencia «Ángel», Documentos técnicos de rodaje como hojas de llamado, reportes de arte, iluminación, etc. Por supuesto, foto fija del rodaje y cientos de editoriales sobre la película, publicados luego de su estreno. El reto e diseño era lograr una armonía entre los diferentes elementos que conforman el proyecto con esa cantidad de imágenes y mantener la seriedad y jerarquía visual que este proyecto merece. Para poder lograr el objetivo, se diseñó una grilla muy rígida a 2, 3 y 4 columnas. El margen superior muy pronunciado. Tipografías de lectura (las mismas que utilizamos en la imagen original de 1999. Impresión en formato A, con un especial énfasis en el tratamiento de cada foto, para lo cual se encargó esa tarea al fotógrafo (fotografazo) Diego Cifuentes y a Isabel Dávalos, Directora de arte de la película y autora de la mayoría de las fotos del rodaje, incluyendo la de la portada del libro.
El resultado fue un éxito. Las decisiones de diseño permitieron que en un mismo libro se puedan disfrutar tantos formatos visuales manteniendo un orden visual muy serio. La calidad de impresión estuvo a cargo de la Imprenta Mariscal, quien también imprimiría el cartel oficial de la película y obtendría por este el reconocimiento internacional Teobaldo de Nigris por la calidad de la impresión de este cartel, que tenía como reto técnico en la impresión un brillo reservado, «corneado» minuciosamente en los tiempos que la tecnología manejaba otras velocidades.
La Universidad San Francisco de Quito auspició al proyecto con las funciones en Cinemark y el apoyo económico para la impresión del libro, lo que permitió bajar el precio del libro a un 25% del valor original, logrando un gran alcance en corto tiempo y convertirse en un referente de los libros de cine nacional.