El fenómeno Trump. La bestia rubia
Fander Falconí.
Donald Trump es el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos. Ha sido em- presario, promotor inmobiliario, anfitrión de programas de televisión, dueño de un casino,
y especulador. A pesar de la alta dignidad que ostenta, es difícil considerarlo un líder, al menos no en la forma en la que ejercieron el liderazgo, de la mayor potencia del mundo, presidentes como Franklin D. Roosevelt, Harry Truman, John F. Kennedy o incluso Ronald Reagan.
Si no califica como líder, ¿qué y quién es este neo- yorquino de ascendencia alemana, hijo de un empresa- rio de la construcción y nieto de un aventurero bávaro? Si se procede por descarte, habrá que decir, en primer lugar, que no es un político de carrera, de esos que han “servido” veinte años como diputado y senador, forján- dose una fisonomía republicana o demócrata de talla su- ficiente como para reclamar la candidatura de su partido al solio ocupado en 1789 por George Washington.
Como a primera vista parece un outsider, la politolo- gía de moda lo ha considerado un remozado populista posmoderno, capaz de gobernar el mundo por medio de disparates publicados en su cuenta de Twitter. Pero, ¿qué tienen en común con Donald Trump populistas como Juan Domingo Perón, José María Velasco Ibarra o, in- cluso, Silvio Berlusconi y Recep Erdogan? “Populismo” y “populista” son palabras que, por tan usadas, han sufrido blanqueamiento semántico: dicen mucho y no dicen nada. En todo caso, se podría especular que se trata de un neopopulismo, cuya conceptualización se encuentra en pleno desarrollo.