Experimenta94: Con los pies en la tierra. Pablo Iturralde: Diseño desde el centro
El diseño no escapa al debate de «lo social» ya que, como escribe Eugenio Vega en esta edición “a pesar de la creciente presencia de estas propuestas ‘sociales’, el papel del diseño como instrumento de la economía en la creación de necesidades que impulsan el consumo sigue teniendo hoy plena vigencia”. De algún modo, en el universo del diseño, esta paradoja también está presente en la complejidad de definir “lo social” como territorio de pensamiento y acción especialmente en una disciplina que nace al “dominio público” –sin entrar en debates acerca de cómo y cuándo “comenzó el diseño”– a partir del desarrollo de la industrialización y su necesidad de proveer a las masas de los beneficios de una vida material en condiciones más confortables. Y que derivará luego en un modelo de consumo que va más allá de la satisfacción de necesidades específicas –funcionales para algunos– pasando de lo material a lo inmaterial.
Pero como bien expresa Raquel Pelta, cierto es que “la historia del diseño es, en gran medida, una historia de las utopías sociales porque la inquietud por hacer del mundo un lugar mejor ha estado presente en nuestra disciplina desde sus orígenes contemporáneos”. Una historia que intenta encontrar una razón de ser que supere el utilitario fin de origen, llevándolo a una dimensión humana que contemple otros aspectos del bienestar social, transformando y mejorando las condiciones en las que las personas viven, eso que actualmente intentamos enmarcar dentro del llamado “diseño social”. Porque en esta búsqueda en la que hoy nos encontramos, tal y como lo expresa Eugenio Vega, “uno de los aspectos más relevantes de este interés por una mayor calidad de vida y una interacción social más humana es que ha frenado el relativismo que dominó el diseño en las últimas décadas del pasado siglo”.
Esta edición de Experimenta está atravesada por el impacto social del diseño. Un ejemplo de esto es el Co-Obradoiro Galego, un proyecto colaborativo e innovador pero que habla de factores ecológicos, sociales y culturales gallegos –tanto del pasado como actuales–, al que dieron luz Paula Camiña Eiras junto a los cesteros Rubén Berto Covelo, Enrique Táboas Padín y Carliños Cesteiro. Un proyecto que propone a los cesteros tejer con un biomaterial extruído flexible y biodegradable hecho a partir de un biopolímero (quitosano) que se encuentra en las conchas de los mariscos.
Luján Cambariere dese Berlín nos habla del cruce entre artesanía y diseño, además de compartir todas las novedades del vigésimo aniversario de los iF Design Talent Award 2022 y su apuesta por proyectos con el foco en las personas y el planeta.
Felipe Taborda nos trae las maravillosas ilustraciones de Guy Billout, junto a las reflexiones y el trabajo gráfico que Pablo Iturralde desarrolla en Ecuador. La Fundación IDA nos propone una recorrida por la historia de la arquitectura y el mobiliario de estilo argentino entre 1920 y 1940.
Además, Lucas López nos propone ingresar al mundo de la diseñadora estadounidense Louis Fili; mientras anticipamos la edición en español, a través de Experimenta Libros, de la imperdible obra de Guy Julier “Economías del diseño”.
Como siempre nuestras secciones Deseo, Zum y 5 Libros dicen presente. Y el infaltable Reflexiona, dedicado íntegramente al diseño social, con textos de Eugenio Vega, Raquel Pelta, Claudia Rojas Rodriguez y Néstor Ortega, desde España, México y Colombia.
Diseño social. La puerta de entrada a un universo más humano, sostenible y comprometido.
¡Experimenta 94 ya está aquí!
CON LOS PIES EN LA TIERRA
Pablo Iturralde: diseño desde el centro
Felipe Taborda
Días antes de la pandemia, cuando la vida parecía seguir su curso normal, el diseñador ecuatoriano Pablo Iturralde decidió utilizar un crédito que tenia en equipamientos industriales de cocina, que recibió de un cliente a manera de canje por el diseño de su logotipo. Con este incentivo, junto con su sócio, abrió el bar-restaurante y galería La Caponata, en la esquina de su casa – en el Centro Histórico de Quito, su ciudad natal. Como Pablo es vegetariano, su bar-restaurante ofrece gastronomía exclusivamente vegetariana. Ahí Pablo dirige la galería, que presenta cada mes exhibiciones de pintura y fotografía, de amigos artistas reconocidos y emergentes de la escena quiteña. Al poco tiempo el mudó también su estudio Ánima al piso de arriba.
Pablo nació en Quito en 1971, y completó sus estudios en el Instituto Latinoamericano de Diseño Gráfico, Quito, y en el Institute de Création Artistique et de Recherche en Infographie, ICARI, Montreal, Canadá. Desde niño Pablo se sintió atraído por la gráfica. Su madre trabajaba en el Banco Central y para él ir al museo de arte precolombino o al de arte contemporáneo era uno de sus paseos favoritos. Su padre trabajaba en Ecuatoriana de Aviación, famosa en su tiempo por el diseño de sus aviones y por la gráfica de sus campañas promocionales – muchas de estas hechas por el maestro Peter Mussfeldt.
En 1996, con un grupo de excompañeros, Pablo crea el estudio Ánima. Con el tiempo cada uno tomó su rumbo, y el decidió mantenerse en su proyecto, que con el tiempo ganó amplio reconocimiento en su país por sus marcas, carteles y sistemas urbanos. Con más de 25 años, una centena de diseñadores han pasado por el estudio. Ahora “el estudio soy yo” y Pablo se apoya en profesionales, amigos y estudiantes del Centro-Diseño, el Centro de Profesionalización de la Universidad de las Américas UDLA en Quito, espacio que dirige y que sirve de incubadora y capatulta para los estudiantes de diseño gráfico de la universidad.
Por su formación académica y también auto didacta, Pablo fue encaminado a mirar el diseño desde una perspectiva teórica e ideológica: “La comunicación visual es la más efectiva entre todos los formatos de comunicación, y a través de esta, se puede transformar sociedades.” Pablo siempre ha privilegiado las aplicaciones sociales y utilitarias y, entre estas, está la recuperación visual de la arquitectura y el patrimonio, a través del diseño de los sistemas de señalética y rotulación comercial del Centro Histórico de Quito. Este proyecto necesitaba establecer normas para el control del uso del espacio público en una zona patrimonial altamente sensible de la ciudad – que fue declarada Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1978. El proyecto – diseñado por Pablo, con la colaboración del arquitecto José Miguel Mantilla – propuso la eliminación total de los letreros y anuncios en una zona de 340 hectáreas, y lo remplazó por un sistema de letreros uniformados en su tipografía, ubicación y proporción, ordenando visualmente el entorno patrionial del Centro Histórico. Sobre un soporte de riel, se montaron las letras, reduciendo el número de perforaciones en la pared, ademas ser un sistema visual casi transparente, solo perceptible para quien lo necesita.
“Me duele ver al diseño utilizado solo para vender chicles, desodorantes, presidentes, ideologías, formas de vida. El diseño en manos de la publicidad pierde su mística de utilidad y servicio. Es un modo de seducción para que compres un producto que no necesitas. El diseñador gráfico no es un publicista. Nuestra función es devolverle al diseño la dignidad que la publicidad le quita”, dice Pablo.
Sobre los logotipos que creó en los años noventa y la primera década del siglo, todos se mantienen vigentes, Pablo no se cansa de repetir que el diseño “no es cuestión de gusto, sino de uso”. Decidió educar al cliente antes que argumentar con el, pues no quiere un cliente que no lo entienda. Dice que no le preocuparía si un cliente le dice “no me gusta”. Con la convicción que le caracteriza replicaría “no importa que no le guste, le aseguro que funciona y con el tiempo, le gustará”. Además de eso Pablo diseñaría, junto a sus colegas Belén Mena y Silvio Giorgi, la primera imagen ciudad que tendría Quito, así como la imagen de su aeropuerto internacional UIO, en armonía con los otros sistemas, marcas y sub-marcas de la ciudad.
En su trabajo de afiches Pablo logró establecer una colaboración cercana con las primeras generaciones de cineastas y documentalistas ecuatorianos, y ha creado los afiches de las películas de Sebastián Cordero, Diego Araujo, Mateo Herrera, Juan Sebastián Jácome, entre otros directores. Junto a Isabel Dávalos se encargó de la dirección de arte del largometraje Ratas Ratones Rateros. De hecho, tanto en su casa como en su estudio, se pueden apreciar en gran formato los carteles de Tinta Sangre, Feriado, Pescador, Crónicas, Cenizas, Sin Muertos no Hay Carnaval y Ratas Ratones Rateros. También ha trabajado en carteles culturales para música, teatro y en carteles políticos, sociales y gremiales.
Pablo ha sido profesor de diseño en varias universidades del Ecuador. Le gusta enseñar, pero debió dejarlo por culpa de la burocracia: Las leyes de educación superior en Ecuador exigen título de doctor y él, aunque goza de confianza académica, solo tiene un título técnico, ya que en aquellos años el diseño gráfico era una profesión técnica. Ha ofrecido charlas y talleres prácticos en Ecuador, América Latina y Europa, y ha exhibido su trabajo en Hungría, Polonia, España, Francia, Cuba, Bolivia, Perú y Venezuela. Además fue director de Educa, el canal de televisión educativa del Ecuador, asesor del ministro de Educación y realizó algunos proyectos gracias a los fondos concursables del Ministerio de Cultura, a los que aplicó en varias ocasiones.
Actualmente Pablo preside la Bienal Chakana, un espacio de competencia para estudiantes y profesionales del diseño. En 2003 publicó Duales y Recíprocos, la Comunicación Visual del Ecuador, donde revisa la historia del Ecuador a partir del registro gráfico. Entre 2006 y 2010 publicó la Revista Retrovsor, 6 ediciones que analizan los hitos en los que la gráfica produjo desarrollo para su país. Ahora está terminando el libro La Luz Meridiana, Conocimiento y Comunicación Visual en Ecuador, que se publicará en UDLA Ediciones.
El compromiso de Pablo con el Centro Histórico de Quito es firme. Con su grupo de amigos y vecinos realizan caminatas nocturnas por el barrio, salen con familias, niños y perros. El colectivo se denomina “Pata Caliente”, y recorren por las noches monumentales iglesias, plazas, cúpulas, cementerios y hasta las catacumbas del Quito antiguo. “En el Centro Histório hay menos jerarquías y menos racismo” dice Pablo, “ademas de ser una experiencia que me mantiene con los pies en la tierra. No quisiera estar encerrado en casa. Por el momento mi inspiración se alimenta de la ciudad, la gente, los conciertos, cafés, familia, amigos”.
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