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Ecuador País Invitado / Bolivia: Aproximaciones y distancias

Ecuador País Invitado / Bolivia: Aproximaciones y distancias

Entre Quito y La Paz hay más de tres mil trescientos kilómetros de distancia.  Es una distancia suficiente para observarnos, para pensar en diferencias y semejanzas.

En Ecuador existe una tradición gráfica de excelencia desde hace seis mil años.  La primera tradición visual prehispánica de este país resolvió gráficamente toda una red de relaciones matemáticas y astronómicas entre la Tierra y el Sol, y las tradujo en un sistema de valores sociales, científicos y religiosos. Esta misma tradición se renovó en la era colonial y republicana, como dan cuenta la gráfica científica de las expediciones de los siglos XVIII y XIX.  En general, es una gráfica que incorporó e innovó muchos estilos y tradiciones visuales extranjeras, como el barroco o el modernismo europeo.  En la actualidad, la presencia de diseñadores ecuatorianos en catálogos y bienales a nivel regional y mundial es constante.

Desde el siglo XX, la aparición del linotipo y de la imprenta en rotativa produjo en Ecuador una primera industria gráfica con fuertes referencias europeas (como el Art Nouveau y el art déco).  También se instalaron masivamente comportamientos y modelos sociales de la modernidad capitalista, como el culto al cuerpo femenino y el entretenimiento.  Las primeras agencias de publicidad llegaron a Ecuador en los años sesenta y empezaron un sistema de grandes campañas y de apropiación del espacio público, sobre todo para la promoción las gigantes compañías transnacionales.  Ya para la primera decáda del siglo XXI, el salto tecnológico trae consigo fenómenos como el plagio y con él, el uso de bases de imágenes y vectores.

Las primeras escuelas de diseño en Ecuador aparecieron en los años ochenta.  Ahora mismo, el diseño gráfico es la cuarta carrera de preferencia entre los jóvenes ecuatorianos que ingresan a la universidad o a los institutos técnicos superiores.  En la mayoría de mallas curriculares, el aprendizaje de software es una carga horaria importante, y esto incluye programación multimedia o animación 3D.  Existe un interés escaso o insuficiente en la teoría del diseño.  Excepcionalmente se enseña historia de la gráfica ecuatoriana o investigación aplicada a la comunicación visual.

Durante los últimos diez años, el Estado ha transformado todas las esferas sociales y económicas de los ecuatorianos.  Se creó el Ministerio de Cultura: desde él, el diseño —en general— ha sido reconocido como un sector importante para la economía creativa.  Algunas leyes han tratado de proteger la soberanía cultural.

Es posible que la presencia de Ecuador en la Bienal del Cartel de Boliva se convierta en un examen al ADN del diseño gráfico ecuatoriano, y que a través de él podamos ver las enfermedades del diseño gráfico regional.

La comunicación visual ecuatoriana ha sufrido varias invasiones.  La renacentista y la de la ilustración colocaron instalaron a la escritura y desplazaron a todo un sistema de lenguas  y símbolos visuales que prevíamente existían y que dan una razón a los pueblos y culturas originarias.  Luego sufrío la invasión de la publicidad y el marketing, una con la que no habría vuelta atrás: la comunicación visual se convirtió en un peón del mercado de las imágenes y de los significados.  Es una relación algo esquizofrénica.  Mientras el diseño trata de resolver las necesidades, la publicidad va creando de la nada otras necesidades inexistentes. La educación ha funcionado bajo estas mismas dinámicas y quizá esto explique la ausencia del diseño gráfico y la comunicación visual dentro del debate académico contemporáneo.  A veces el Estado no es suficiente (o no es diligente) en poner un equilibrio a esas inequidades invasivas.  Tampoco existen políticas públicas o consensos entre privados dirigidos a mejorar el diseño gráfico, como práctica profesional.

No es extraño pensar en esta época, como una de era de caos y de crisis.  Si Ecuador y America Latina retomaran las motivaciones que generaron su gráfica a lo largo del tiempo, talvez  podrían ser reconocidas no por su estética en la competencia internacional, sino por sus motivaciones y necesidades históricas.

Si tuviera que proponer posibles tratamientos o curas para esta crisis, ahora mismo podría pensar en dos.

La primera es que como comunicador visual, el cartel es quizá el único espacio en el que puedo expresar algo de mí a través de la obra de mi clientes.  Así como la marca corporativa o los sistemas visuales son piezas de comunicación que por su rigor y frialdad deben exceder gustos y tendencias,  el cartel es por excelencia la pieza de la cultura y por esto merece ser tratado con la humanidad y calor necesarios.

La segunda es la necesidad de los espacio de debate y de pensamiento crítico.  La Bicebé se constituye poco a poco y sólidamente en un oasis para los encargados del mensaje visual. La riqueza y diversidad de los invitados generan un mar de criterios, ideas y aportes para mejorar al mundo. Es un espacio idílico, casi irreal, donde los estudiantes, profesionales, maestros y la comunidad le dan un espacio al mensaje visual en el formato más óptimo que es el cartel.

Espero que este ejercicio de distancias y aproximaciones entre Quito y La Paz, entre Ecuador y Bolivia, pronto lleven a una mejor salud a nuestra comunicación visual, y que muy pronto el diseño gráfico pueda volver a su punto de origen, el de estar al servicio de la comunidad.