Carteles para la Cultura. Pablo Iturralde en Marcando el Camino
Pablo Iturralde y sus Carteles para la Cultura
Se define como heredero de una tradición gráfica ecuatoriana que nace en los ancestros del país. Una línea gráfica cuya esencia es la equinoccialidad, la diversidad y la fertilidad, tres elementos que se repiten a través de diversos periodos culturales del Ecuador. Pablo Iturralde habla de un país dual y recíproco, hereditario de una tradición gráfica que conforma y confirma su identidad. “Nadie entiende que a través de tantos miles de años el Ecuador mantiene una línea gráfica que es importante respetar”, señala Iturralde. Con esta cosmovisión, Pablo ha hecho una trayectoria como diseñador gráfico y, además de afiches, ha creado más de 300 logotipos y sistemas de identidad corporativa. Su trabajo ha sido exhibido en Polonia, Francia, España, Portugal, México, Bolivia, Perú y publicado en catálogos internacionales de esos y otros países.
En la actualidad se exhibe una muestra de sus Carteles para la Cultura, una reseña de afiches realizados para diversos proyectos culturales. La muestra está abierta en el restaurante Marcando el Camino, en la calle Tamayo y Veintimilla. Un lugar bistró de comida mediterránea que se propone ofrecer una espacio para la difusión cultural.
Pablo Iturralde reflexiona sobre el oficio del diseñador y señala que ”el tema del diseño gráfico no es tan fácil, a veces se piensa que es un chispazo creativo y ya está”. En su caso reconoce que es un proceso de diseño que puede durar meses en ser concebido, pero que algunos diseñadores lo resumen a “una copia de plataformas como Pinterest”. En esa línea Iturralde cuestiona la tendencia del diseño comercial que solo tiene fines lucrativos “que obvia la tradición, los valores del país, la ética”. Precisamente, uno de los carteles exhibidos tiene como motivo el día del diseñador gráfico, con una apuntación: mucha estética, poca ética, en referencia a “la deshonestidad de la comunicación publicitaria, la alienación cultural que promueve y la pérdida de valores del Ecuador”.
“Estamos sin rumbo -dice Iturralde en referencia al diseño gráfico- afortunadamente, como país tenemos una buena base histórica que está registrada, pero no está concientizada por los diseñadores de saber de qué somos herederos, de cuál es su herencia gráfica”.
Señala Iturralde que cuando se piensa en diseño gráfico, se piensa en impactos creativos, cómo llamar la atención con algo original no importa si funciona o no funciona: “Que llame la atención, que sea un jalón para el ojo, aunque no tenga valores de identidad ni la esencia del mensaje que comunica”, concluye.
No obstante existen manifestaciones como los grafitis que -según Pablo- “es una expresión artística de decir aquí estoy, como el espacio público está ahora secuestrado por la publicidad y para poder tener una expresión hay que pagar, los grafiteros se han tomado el espacio público para poner también sus mensajes en las paredes, pero no creo que tenga relación con el diseño”.
Armado de un riguroso marco teórico, Pablo Iturralde nos muestra -no sin nostalgia- la antología de sus carteles realizados para proyectos de cine, la danza, la música, el teatro, el activismo la protesta y la propuesta social y política, entre otros motivos. Destaca el afiche de la película Ratas, Ratones y Rateros de Sebastián Cordero, o el cartel Tipazos, un afiche que alude a una visión romántica de la industria gráfica y la imprenta.
«Como diseñador no me inicié haciendo carteles y de hecho pensaba en el cartel como algo menor -cuenta Pablo-, pero dentro de la gráfica hay algo que es muy serio, complejo, muy racional y muy frío que es la gráfica corporativa y el diseño de sistemas visuales. Y esa es el área que por casualidad me metí a trabajar por las primeras encomiendas que tuve entonces trabajé con sistemas visuales urbanos o identidad corporativa. Desarrollé una línea de cartelista sin habérmelo planeado con mi línea tan racional y tan poco emocional. Me di cuenta que en el cartel hay como meterle un poco de lo personal y de alguna manera funcionó».
La exhibición tiene piezas notables como el cartel que muestra Piratas de Galápagos en la figura de dos fragatas de pecho rojo henchido. No en vano en la presentación de la muestra se destaca que el diseño gráfico tiene la capacidad de comunicar mensajes complejos través del tiempo. Entre los diferentes formatos el cartel es la pieza grafica más humana. Puede acercar al diseñador al terreno de la expresión y conjugar por única vez arte y diseño.
Sin duda el cartel tiene una voz poderosa. No en vano es concebido por sus creadores originarios como un grito en la pared: “Si, yo creo que sí. Creo que esa definición que es acertadísima, más que por el contexto histórico y por el lugar donde se lo exhibía. El grito en la pared es ahora más corto y más fuerte, tiene que ser un grito de unos tres o cuatro segundos para poder llevarse el mensaje principal. Por lo menos el espíritu, el sabor visual que le dejó la calma, la ira, la tensión y un nombre. El cartel es la única pieza que tiene esa característica, es una pieza que es para verla en dos o tres segundos o para pararse y verla y descubrirle todos los detalles».
Pablo Iturralde y sus Carteles para la Cultura, es eso, la disrupción del diseño.
“El único usuario del cartel es la cultura. Es un grito en la pared y para mi tiene una relacion directa con la cultura porque sirve para eso”.
-Leonardo Parrini.
Publicado en Lapalabrabierta.com